Mi ambicioso proyecto de ‘limpiar la nevera’ está teniendo éxito, creando más espacio en el congelador que antes estaba lleno de comida, sin dejar sitio ni para un paquete de tteokbokki. Los cajones, antes tan llenos de carne que costaba cerrar incluso con el pie, ahora se cierran suavemente con un ligero empujón. Siento un alivio al no tener que preocuparme de que mi marido tire en secreto mis tesoros congelados. Nunca me cree cuando digo que los compré para comérmelos todos. Hoy, voy a usar el último pescado congelado en filetes finos, que me comí diligentemente para terminarlo, para hacer arroz frito. Añadir salsa de ostras realza el sabor del arroz frito, pero prefiero un sabor un poco menos dulce, así que añado un chile picante picado. Para evitar que el pescado ligeramente sazonado se desmorone demasiado, lo horneé un poco más crujiente en la freidora de aire. Mi hijo, que suele ser muy honesto con sus críticas y no duda en decir si no le gusta algo, me dio una respuesta favorable cuando le pregunté si podía hacerlo de nuevo la próxima vez, a pesar de que generalmente no le gusta el arroz frito. ¡Esto me da una excusa perfecta para abastecerme de más pescado congelado de varios tipos!