Tuve la oportunidad de visitar un supermercado nuevo con una amiga devota. ¡Era un supermercado en Mississauga, y vaya! Era muy espacioso, con los productos bien exhibidos y amplio espacio, ¡lo que lo hacía maravillosamente despejado, justo a mi estilo! Mientras que la coliflor de colores, el brócoli y las raras berenjenas perladas llamaban mi atención, disfruté mi tiempo mirando las verduras. Mientras paseaba, vi espinacas cortas y regordetas, parecidas a las espinacas coreanas, ¡aunque estuvieran en un supermercado canadiense! Aquí, la ‘baby spinach’ se usa principalmente para ensaladas, por lo que predomina el tipo tierno y de tallo delicado. Es raro encontrar espinacas cortas y regordetas como estas, incluso en los mercados coreanos. A pesar de estar cubiertas de tierra, y de no ser yo una gran fanática de las espinacas, ¡no pude evitar llevarme un manojo!

Luego, estuvieron en la nevera unos días… Empecé a preparar las espinacas solo después de notar que los extremos se estaban ablandando un poco. Como soy la única que come espinacas en casa, ¡decidí hacer sopa y una guarnición con todo el manojo, creando una comida perfecta para una persona! ¡Esto debería ganarme algo de amor por las espinacas!

Esta receta se enfoca en usar esas espinacas cortas y regordetas, más difíciles de encontrar incluso en los supermercados coreanos, creando una deliciosa sopa de pasta de soja con un encanto diferente al de las delicadas ‘baby spinach’. El profundo sabor del caldo de anchoas, la rica y sabrosa pasta de soja y la frescura de las espinacas se combinan para crear una comida satisfactoria y reconfortante. La adición de tofu suave la hace nutricionalmente equilibrada. He incluido pasos detallados para que incluso los cocineros principiantes puedan seguir fácilmente.