Mi refrigerador, que solo tenía 3 meses de uso, comenzó a mostrar signos de mal funcionamiento. Era como si estuviera luchando por mantenerse en funcionamiento, y lo había estado animando suavemente durante aproximadamente un año antes de finalmente decidir reemplazarlo después de 8 años. Justo cuando estaba disfrutando del nuevo refrigerador, se abrió una brecha significativa de más de una semana entre la devolución del viejo y la entrega del nuevo debido a las vacaciones de fin de año y Año Nuevo. Afortunadamente, me consolé pensando que era invierno. Usé contenedores para almacenar alimentos congelados, asegurándome de que estuvieran bien sellados para mantener alejados a los animales, y los coloqué en un lugar sombreado en el patio trasero, pesándolos con tablones pesados. Me pregunté por qué no estaba bajando de cero grados incluso en invierno durante esta semana. Después de mucha preocupación, finalmente llegó el nuevo refrigerador. Mientras organizaba los contenedores que había guardado afuera, miré la carne y el pescado y comencé a cocinar varios platos a toda prisa. Ya había preparado estofado de pescado, albóndigas e incluso asé dos filetes. Pero en el momento en que saqué un gran trozo de panceta de cerdo que no estaba sellado al vacío y que se había descongelado casi por completo, no pude evitar suspirar y comenzar a hervir agua en mi vaporera. ¡Esta receta es el resultado de esa urgencia!